jueves, 22 de septiembre de 2011

RETIRO (Oraciones a quemarropa) Luis Espinal SJ

Esto es sólo un paréntesis. No podemos encerrarnos en nosotros mismos, Señor, para entregarnos a Ti. Apenas cerramos los ojos, hallamos solamente el desierto de nuestro “yo”, la náusea de nuestra nada.
Nos da miedo una perfección algebrizada, con sus mil senderitos y grados.
Señor, con los ojos abiertos te quisiéramos hallar en los demás, porque nos sonríes desde todo rostro humano. Te quisiéramos seguir a pleno sol, con la naturalidad de tu Evangelio.
Déjanos ser osados. Nos pareces demasiado adusto en tus santos; te preferimos a Ti, desnudo y alucinante.
No hemos nacido para el silencio; porque Tú nos has cargado con tu Palabra. A Ti te hallamos mejor en el ruido, en los problemas de los hombres, en estas personas heridas que se nos acercan.
Jesucristo, tal vez nos sobre petulancia, pero nos asquean ciertas palabras: “perfección”, “virtudes”, “santidad”,… Palabras de autopsia, estructuras que ocultan la vida, tu Vida.
Líbranos del riesgo de volverte a desencarnar. Tememos mediatizarte. Ojalá no te perdamos entre tanto andamio.

martes, 20 de septiembre de 2011

EGOÍSMO (Oraciones a quemarropa) Luis Espinal sj


Abrimos los ojos, salimos a la calle, y mil llamadas humanas nos asedian: un mendigo que pide limosna; el amigo que busca trabajo; el anuncio de una reunión política…

Pero, luego matamos estas llamadas, las asfixiamos lentamente en nuestro interior.

A veces, casi sentimos vértigo ante nuestro corazón de Caín, lleno de cadáveres del prójimo.

La vida es dura: nos abrimos camino a hachazos, prescindiendo de los demás, atropellándoles. Buscamos la felicidad, pero no irradiamos alegría…

Señor, hay algo que llamamos amor, pero, Tú sabes que es mezquino y avaro; solo es un egoísmo refinado.

No nos entregamos; solamente exigimos, como un recaudador de impuestos.

Por esto, señor, te buscamos en vano. Tú no vives en esta cerrazón, porque eres el amor.

Pero eres tan bueno, que a pesar de todo, nos hablas. Tu amor es más fuerte que nuestra coraza de oscuridad, y vemos brillar tu luz.

Jesucristo, enseñanos a amar; cada vez más, cada día con más desinterés. No, por sentir necesidad de afecto, sino porque los demás necesitan amor.

Tú eres el Amor, pero estás necesitado de amor en tu Cuerpo; falta más sangre para establecer este circuito universal de amor. Queremos participar en esta transfusión, y no ser tan sólo sanguijuelas.

No te pedimos nada exorbitante, sólo queremos ser discípulos tuyos, cumpliendo tu mandamiento único de: Amar a los Demás.

martes, 12 de octubre de 2010

ORACIONES A QUEMARROPA




VIDA PROFUNDA
Luis Espinal, sj


Fácilmente decimos que te hallamos
En el trabajo de la vida;
Pero, en realidad, nuestro interior
Está casi siempre vacío, como un enorme mueblo.

Los gestos cristianos, las frases, nos salen de la periferia,
con la carga amortiguada.
Nos falta vida interior,
en el silencio o sin él;
pero eso sí, asirte a Ti en lo profundo.
Penetrándonos como un murmullo de manantial.

Señor, ahora sentimos nostalgia de oración;
Pero esta debería ser nuestra hambre,
Cada día y no sólo un fin de semana.

La corriente de los hechos
Va dejando un pozo
Que soterra nuestra verdadera vida,
Y ni siquiera sentimos nuestra indigencia.

Hace falta que te ancles
Tan hondamente en nosotros
Que seamos siempre islotes contracorrientes:
Testigos inoportunos del Invisible.
Pero, nos falta amor, nos falta mordiente.
Activa tu Presencia para incendiarlo todo.

Quisiéramos ser una vena profunda
Unidos a Ti, fuente de Agua Viva
Y no sólo charcos que se evaporan.

Nos sobra activismo,
“Aprovechamos” excesivamente el tiempo,
En vez de gastarlo en adoración a Ti.

Quisiéramos anticiparla eternidad.
Y remansarnos contemplando tu rostro.

sábado, 25 de octubre de 2008

Sobre los jesuitas

San Ignacio de Loyola, sintió la necesidad de una buena instrucción para el servicio de la fe y el ministerio de la palabra.

Por eso quiso dejar como una característica de la Compañía la capacidad de usar todos los medios humanos: ciencia, arte, erudición, virtud natural, confiando siempre en la gracia de Dios.

El carisma ignaciano de buscar y encontrar a Dios en todas las cosas ha hecho siempre a los jesuitas estar muy atentos para discernir la presencia y acción de Dios en el mundo.


Los jesuitas se conmueven con la valiosa y tierna fe de los pequeños, precisamente ésos a quien Jesús les hace destinatarios del Reino. Formando una comunidad con ellos.

Los jesuitas denuncian todo lo que mata la vida, promueven todo aquello que la defienda y la produzca. Saben que no es posible anunciar el mensaje de Jesús sin una palabra clara, valiente, decidida y comprometida a favor de la conquista del respeto a los derechos humanos.


La Compañía de Jesús abre universidades y colegios para compartir su sueño, con los jóvenes de hoy que se encuentran en búsqueda y desean cambiar el mundo.
Los jesuitas imparten con cariño los sacramentos, la misa y la confesión, procurando que éstos sean ocasiones de un encuentro con Dios.

El ver a Dios en todas las personas impulsa al jesuita a hacerse disponible, a viajar indefinidamente, dejando aún los lugares y las personas que más se aman, porque siempre habrá un lugar donde se les necesite más. Ser jesuita es ser peregrino.

En el diálogo y la conversación íntima con Dios, que está presente siempre, encuentran su fuente de inspiración y fuerza, sin él, no podrían sostenerse, cuánto menos llevar el peso de sus responsabilidades.

Los hombres que forman la Compañía de Jesús saben aprender a mirar los signos de los tiempos, para responder a las exigencias de evangelización, no es fácil, pero tampoco imposible.

“No hay nada más práctico que encontrar a Dios. Es decir, enamorarse rotundamente y sin ver atrás.
Aquello de lo que te enamores, lo que arrebate tu imaginación, afectará todo.
Determinará lo que te haga levantar por la mañana, lo que harás con tus atardeceres, cómo pases tus fines de semana, lo que leas, a quien conozcas, lo que te rompa el corazón y lo que te llene de asombro con alegría y agradecimiento.
Enamórate, permanece enamorado, y esto lo decidirá todo”

Pedro Arrupe, SJ